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El concepto estético: del papel a la imagen



La obra cinematográfica debe ser sustentable en si misma, un universo que se contenga en el cual las partes sean capaces de explicar al todo; en principio debe funcionar como una unidad. En este sentido el discurso narrativo en el cine es tan importante como el discurso visual, por ello, el Director de Arte necesita partir de un concepto estético claro, definido junto con el Director al momento de iniciar la preproducción.

Para nuestro propósito hablaremos de “concepto estético” como aquel conjunto de ideas que hacen posible que la narración adquiera una coherencia visual y una lógica orgánica respecto al relato descrito con imágenes.

La función asignada a los elementos visuales que construyen el relato debe partir de las necesidades de la narración misma, por lo tanto, el concepto estético en el cual se inscriben está relacionado de forma directa con su función en el relato.

¿Cómo incide una locación en la narración? ¿Cómo afecta en la construcción del personaje un determinado vestuario? ¿Cómo se modifica la escena, en la percepción del espectador, con una ambientación determinada? Estas son el tipo de preguntas que nos orillan a encontrar la función estética en el propósito narrativo.

El guión literario es nuestro punto de partida dictando las necesidades que pide el relato para ser contado: ¿en dónde sucede la historia? ¿en qué época se desenvuelve? ¿quiénes están involucrados? pero sobretodo ¿cuál es la premisa de la narración? ¿qué se propone expresar el autor? y, más aún, ¿que desea expresar el Director a través de la historia?

Definir el concepto estético invita a la reflexión y al análisis del relato mismo, conduciendo al Director de Arte hacia la investigación visual de los elementos que soporten la construcción del relato en imágenes.

En el cine la estética de la imagen está subordinada a la función del objeto visible como recurso narrativo.

En su afán por construir visualmente el relato, el Director de Arte deberá de ser capaz de lograr un universo auto contenido, que le permita al espectador sumergirse en él sin cuestionarlo, dejándole fluir en la historia.

Para conseguirlo, una de las grandes ventajas que tiene el Director sobre el universo creado, es la posibilidad de fragmentarlo a través del cuadro cinematográfico, permitiéndole mostrar al espectador sólo aquello que el cineasta desea que vea.


Al fragmentar el universo creado es factible concentrarse únicamente en aquello que asoma a través del cuadro de la cámara, recreando a detalle todos los elementos que harán posible que el espectador suspenda su natural escepticismo y se envuelva en el verosímil que la propia historia va construyendo con la imagen.

En el cine, si la imagen no nos convence nos quedaremos fuera del relato. Debemos creer en aquello que vemos para persuadirnos de las posibilidades infinitas del relato cinematográfico.

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