Partiendo de la idea que una secuencia cinematográfica es una unidad espacio-temporal que engloba todas aquellas acciones que suceden dentro de un mismo espacio y en un periodo ininterrumpido de tiempo, podemos decir que existen tres formas básicas de aproximarse a la filmación o rodaje de una secuencia.
La primera sería dejar transcurrir la acción en un continuo sin interrupción, es decir sin cortes que segmenten el flujo temporal de las acciones, ni rompan la continuidad del espacio en donde suceden. A este primer sistema de rodaje se le conoce como Plano Secuencia.
En el plano secuencia se dejan correr la acciones sin fragmentarlas, acompañándolas con la cámara a todo lo largo de su transcurso, propiciando un continuo espacio-temporal que se acerca mucho a la manera en cómo percibimos la realidad, sin cortes abruptos que modifiquen nuestra ubicación en el espacio o interrumpan el fluir del tiempo.
En el plano secuencia no existen artificios de montaje externo, es por ello que la puesta en cámara debe ser extremadamente precisa en relación a la puesta en escena, ya que el fragmento filmado en continuo debe ser capaz de capturar toda la acción que se desea narrar, explorando su mayor potencial expresivo en la interacción entre la cámara y las acciones registradas por ella.
El verdadero potencial del plano secuencia se consigue por la estrecha relación que guarda la cámara con las acciones que suceden frente a ella, en un continuo espacio-temporal.
Podemos referirnos al plano secuencia como una coreografía estratégicamente planeada entre los movimientos de la cámara y el seguimiento de las acciones que registra. Sin embargo, al no permitir interrupciones mediante el corte cinematográfico, obliga al cineasta a realizar una ejecución que no permite errores al interior de la secuencia filmada, ya que deberá funcionar como una totalidad durante el montaje final de la película, sin posibilidad de subsanar mediante la edición cualquier error o imperfección que se produzca durante su filmación.
La fuerza de su dinámica se consigue al interior de la toma, buscando el ritmo interno del plano mediante la combinación balanceada entre la acción frente a cuadro y el seguimiento de ella con la cámara. Asimismo la duración del plano está determinada completamente por la duración de la secuencia en su totalidad. Filmar un plano secuencia requiere de una sólida coordinación y sincronía entre los elementos que forman parte del plano.
En esencia el plano secuencia es la más pura relación entre la puesta en escena y la puesta en cámara. La simbiosis necesaria entre ambas propicia que el lenguaje cinematográfico consiga momentos de sofisticada expresión.